Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

martes, 5 de septiembre de 2017

La presencia jesuita en Sevilla. Parte 3: el Colegio de San Gregorio Magno o de los Ingleses.

El origen del colegio se sitúa en el monasterio de San Albano, en Valladolid, conocido popularmente como Colegio de los Ingleses. Fue fundado por el jesuita inglés Robert Parsons (o Persons, castellanizado como Roberto Personio), bajo patrocinio de Felipe II, con el fin de formar a jóvenes ingleses católicos que quisiesen cursar estudios eclesiásticos en España, para volver a su país y plantar cara al protestantismo oficial en la Inglaterra de la época. Tal éxito tuvo la iniciativa que, en apenas dos años, se hizo necesaria la apertura de un segundo centro en la península.
Robert Parsons (o Persons), fundador del Colegio de los Ingleses de Sevilla.
El padre Parsons, que ya conocía Sevilla por viajes anteriores, decidió instalar el nuevo colegio en nuestra ciudad. Así, con el patrocinio del monarca español, el jesuita regresa a Sevilla acompañado por cuatro jóvenes estudiantes (según otros autores era once, entre los que se encontraba Francisco de Borja). Se instalaron inicialmente (corría el mes de noviembre de 1.592) en una casa alquilada en la plaza de San Lorenzo, de donde se trasladaron tres meses después a la plaza de la Magdalena y, final y definitivamente, a la calle de las Armas (actual Alfonso XII), en el lugar que ocupan hoy en día la Escuela de Estudios Hispano-americanos y la iglesia de San Gregorio.
La Escuela de Estudios Hispano-Americanos ocupa el antiguo solar del Colegio de los Ingleses.
La actual iglesia de San Gregorio era la antigua capilla del Colegio de los Ingleses.
La nueva ubicación era inmejorable, pues lindaba con el palacio del duque de Medina Sidonia, frente al colegio de San Hermenegildo, en el que se impartían las lecciones de filosofía y teología, y muy cerca, en Laraña, estaba la Casa Profesa de la Orden. Tras las obras de remodelación y ampliación con la adquisición de casas aledañas, se celebró la primera misa un año después. Corría 1.595 y ya se había recibido la bula papal de Clemente VIII.
Y es que Robert Parsons supo moverse muy bien entre la nobleza nobiliaria y eclesiástica de la zona. Ya de entrada, traía una carta personal de Felipe II, dirigida al arzobispo Rodrigo de Castro (descendiente de los Lancaster ingleses), instándole a que ayudara en todo lo posible al portador de la misiva. Una vez en la ciudad, el sacerdote jesuita obtuvo favores de gente tan principal como el  obispo de Jaén, Francisco Sarmiento, el obispo auxiliar de Sevilla y luego de Coria, Francisco de Carvajal, los duques de Medina Sidonia, Arcos, Alcalá, Béjar y Sessa, los marqueses de Priego y Ayamonte, la marquesa de Tarifa y otros particulares, como los veinticuatro Juan de Arguijo y Miguel de Jáuregui.
La iglesia, por su parte, fue financiada por doña Ana Espinosa, viuda del general de la flota de Indias Álvaro de Flores Quiñones, y sus hermanos, Pedro de la Torre y Juan Castellanos, que aportaron en total 13.000 ducados de oro, a cambio de obtener licencia para ser sepultados en el templo.
La iglesia de San Gregorio Magno es lo único que queda del colegio.
Sin embargo, esta bonanza económica duró poco tiempo. Una serie de variados factores provocaron que, en los menos de sus dos siglos de vida, la actividad de este centro estuviera casi siempre al borde del desastre: gran riada de 1.626, un desfalco en 1.646, epidemia de peste de 1.649, traslado del Puerto de Indias de Sevilla a Cádiz en 1.717.
Lateral de la iglesia y Escuela de Estudios Hispano-Americanos.
El número de estudiantes ingleses descendió de diecisiete en 1.646, a cinco en 1.662, a dos en 1.692 y ninguno al año siguiente. Para seguir en activo, el colegio admitió durante los veinte años siguientes estudiantes irlandeses e internos españoles.
Finalizó para siempre su actividad en 1.767, con motivo de la expulsión de la Orden, dispersándose su patrimonio artístico por el Colegio de San Albano, de Valladolid, el colegio de San Jorge, de Madrid, las bibliotecas de las Universidades de Sevilla y Complutense de Madrid o la Real Academia de Medicina de Sevilla.
Puerta de entrada a la iglesia de San Gregorio Magno.
Este patrimonio estaba integrado, a pesar de las estrecheces económicas, por obras de importantes autores:Triunfo de San Gregorio, de Juan de Roelas,(pasó al Colegio de San Albano, en Valladolid en 1.767, donde quedó hasta mediados del siglo XX, en que se trasladó al Ushaw College, en el condado de Durham, Reino Unido. Afortunadamente, en 2.010 fue devuelta, -restaurada, todo un detalle- al Colegio de San Albano. Estaría bien que se aplicara ahora el mismo criterio y la pintura regresara a la iglesia de San Gregorio), Santo Tomás de Canterbury, de Francisco de Herrera, el Viejo, un Apostolado, también del círculo de Roelas, un Ecce Homo de Martínez Montañés, una talla de la Virgen del Rosario, atribuida a La Roldana, Cristo vestido con hábito jesuita, anónimo, la pintura anónima Virgen de los Ingleses, una pintura de un Crucificado, del círculo de Pacheco, diversos santos jesuitas y una serie de ocho retratos de  reyes y reinas santos ingleses, atribuidos a Francisco Pacheco.
El Triunfo de San Gregorio, de Juan de Roelas, era una de las muchas obras de arte que albergaba el Colegio, y que luego se repartieron entre distintos centros.
Carlos III adjudica el edificio, en 1.771, a la Real Academia de Medicina, con el fin de convertirlo en sede de la misma y, aunque la cesión fue temporal, la institución permanece allí hasta 1.932. Hubo de adaptar el colegio a sus nuevas funciones, y así, el refectorio fue transformado en biblioteca, las celdas en salas para secretaría, salón de actos, gabinetes, y el patio en un notable jardín botánico, con numerosos ejemplares traídos desde América y Oceanía.
La iglesia no estaba incluida en la cesión, aunque de facto se usaba como si lo estuviera, pues era usada para las funciones religiosas de la Real Academia. Se re-estrenó en 1.777, tras las obras necesarias y la adquisición del ajuar y  ornamentos necesarios; recordemos que todo su patrimonio pictórico y escultórico fue enajenado.
Imágenes del derribo del Colegio. Cortesía de www.elpasadodesevilla.blogspot.com.
Casi un siglo más tarde, en 1.867, le es concedido a la Hermandad del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de Villaviciosa el usufructo vitalicio de la iglesia, así como una pequeña parcela del jardín.
Cristo Yacente, Juan de Mesa, 1.620.
Es el titular de la Real Hermandad Sacramental del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, Triunfo de la Santa Cruz y María Santísima de Villaviciosa, usufructuaria vitalicia del templo.
En 1.929, durante la Dictadura de Primo de Rivera, el Gobierno hace cesión del edificio al Ayuntamiento por ciento cincuenta mil pesetas de la época. Sin embargo, impuso una serie de condiciones que no se cumplieron, por lo que el edificio permaneció diez años deshabitado, a merced de vándalos y expoliadores.
Finalmente, lo que fuera Colegio inglés de San Gregorio Magno es derribado y, en 1942, se levanta un edificio para sede de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, labor que sigue desarrollando en la actualidad. La iglesia permaneció cerrada al culto, aunque la Hermandad seguía ubicada en ella y allí continúa en la actualidad.
En 1.939, el Ayuntamiento, propietario del templo, procede a su restauración y a la construcción de una sencilla vivienda aledaña, para uso de frailes mercedarios que, desde entonces, se ocupan del culto y cuidado del templo.
Hay muy pocos datos, tanto escritos como fotográficos, del interior del Colegio, aunque se conservan algunas imágenes del derribo del edificio tras la marcha de la Academia de Medicina.

Y aquí termina el recorrido de otro edificio señero de nuestra ciudad, hoy tristemente desaparecido, como tantos otros. No me considero un don Tancredo del patrimonio (figura tan sevillana), mi pretendo defender que el centro de Sevilla debería lucir como en el siglo XVII, pero no me digan ustedes que era necesario el derribo total del colegio para adaptarlo a sus nuevas funciones. En fin…

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