Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

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jueves, 9 de abril de 2015

Visitando la Catedral, -XXX. La Capilla Mayor. La Biblia Dorada.

La Capilla Mayor de la Catedral de Sevilla consiste básicamente en un  retablo rodeado por tres rejas de forja que delimitan el frontal y los laterales. Dicho así parece que nos encontramos ante una estancia modesta; nada más lejos de la verdad.
Altar Mayor de la Catedral de Sevilla.
El retablo de esta capilla constituye una de las obras más destacadas de la Historia del Arte, el más grande de toda la cristiandad. No en vano consta de casi cuatrocientos metros cuadrados de superficie y unas dimensiones de 27,8 metros de altura, 20,10 de ancho y cinco de profundidad.
Bóveda de la Capilla Mayor, vista desde la galería del coro.
En esta vista se puede apreciar el dosel-guardapolvo y la parte alta del retablo.
En su dilatada construcción intervinieron figuras tan importantes como el flamenco Pyeter Dancart, Pedro Millán, Alejo y Jorge Fernández Alemán, Roque Balduque, Juan Bautista Vázquez, el Viejo y Pedro de Heredia durante ochenta años. La obra completa muestra un conjunto de cuarenta y cuatro relieves y más de doscientas figuras de santos. Las fuentes de este rico repertorio son los Evangelios Canónicos, algunos de los Apócrifos, la Legenda Áurea de Jacobo de Vorágine y otras varias, incluidos algunos temas profanos. Detallarlos sería demasiado prolijo y conllevaría un excesivo tamaño de esta entrada. Lo dejo para una posterior ocasión. En cualquier caso, y teniendo en cuenta que en su época eran escasos lo que sabían leer, no es de extrañar que se le denominara con el nombre de la Biblia Dorada.
Calles laterales de los lados izquierdo y derecho.
Parte gótica del Retablo Mayor.
La primera fase de la obra, realizada entre 1.482 y 1.529 por el escultor flamenco Pyeter Dancart, consistió en un retablo plano de veintiocho metros de altura por dieciocho de ancho, dividido en siete calles verticales, la central de doble anchura, con cuatro cuerpos y banco. En total nos muestra veintiocho escenas de la vida de Jesucristo y la Virgen María, talladas en estilo gótico.. 
Entre 1.550 y 1.564 se añaden dos calles laterales a cada lado, con dieciséis nuevos relieves, ya en estilo renacentista, que representan escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Por tanto, estamos hablando en total de cuarenta y cuatro relieves.
Sobre un dosel de estilo mudéjar adornado con piñas de mocárabes en el interior de octógonos se sitúa el ático, que ocupa toda la anchura del retablo. En su centro se encuentra una Piedad del siglo XIV flanqueada por un Apostolado (once apóstoles más San Pablo). Los pilares que enmarcan todo el conjunto del retablo muestran ocho relieves de los Reyes de Israel y Judá, coronado todo un conjunto un Calvario, con el llamado Cristo del Millón acompañado por la Virgen y San Juan Evangelista.
Ático del Retablo Mayor.
El Cristo del Millón, obra anónima del siglo XIV, fue colocado en la primitiva cruz del templo cuando la antigua mezquita fue consagrada al culto cristiano. Recibe tal nombre por considerarse que ese el número de gracias concedidas a los muchos fieles que a Él se encomiendan, aun a pesar de la tremenda altura a la que se encuentra. Está inspirado en el Crucificado de San Pedro, datado en la primera mitad del siglo XIV y conservado en la Iglesia de Santa María en la localidad sevillana de Sanlúcar la Mayor, así como en el Crucificado de la Buena Muerte que se veneraba en la iglesia de Omnium Sanctorum, tristemente desaparecido en 1.936.
En el centro del ático aparece la escena de la Piedad y el Cristo del Millón con la Virgen y San Juan.
En la parte más baja del retablo, en el centro del banco, está ubicada la antigua talla de la Virgen de la Sede, escultura gótica realizada en madera y revestida de plata, tallada en la segunda mitad del siglo XIII, que le da nombre al templo metropolitano. 
Altar de plata de la capilla, con la Virgen de la Sede presidiendo el retablo.
Perteneció esta talla a la capilla privada de Alfonso X; la donación real y su veneración en el altar mayor de este templo fueron recogidas en una de las Cantigas del rey Sabio. Al parecer, fue trasladada un ocho de septiembre de la segunda mitad del siglo XIII desde la residencia real del Alcázar a la Catedral para la celebración de la Natividad de la Virgen y, cuando concluida la ceremonia volvía a las estancias reales, los fieles pidieron al rey que permitiera que la imagen residiese permanentemente en el templo, a lo que don Alfonso accedió con la condición de que se le reservase enterramiento en el templo, venerándose desde entonces en el altar mayor de la Catedral. La Virgen mantiene en su regazo al Niño Jesús, quien con una mano bendice al espectador y con la otra sostiene un globo terráqueo rematado con la cruz, símbolo de Cristo, el Salvador del Mundo.  La Señora sostiene una jarra con azucenas, alusivas a su pureza. Las tallas tienen los rostros y manos policromadas, y sus ropajes y trono cubiertos con finas láminas de plata decoradas.
Virgen de la Sede. Anónima, siglo XIII.
Cortesía de cubiertasdelacatedral.com.
El tabernáculo de plata sobredorada del retablo de esta Capilla Mayor es obra del maestro platero Francisco de Alfaro, quien lo concluyó en 1.596. Del mismo Alfaro son los atriles de plata dispuestos en los laterales del altar.
Zona central de los dos primeros cuerpos del retablo.
Zona central de los cuerpos dos y tres.
Calle central de los tres primeros cuerpos.
Aquí vemos las tres calles centrales de los cuerpos dos y tres.
Tres calles centrales de los cuerpos cuatro y cinco.
Vista general de los tres primeros cuerpos del Altar Mayor.
Sendas rejas de hierro forjado y sobredorado, de estilo renacentista,  realizadas en el siglo XVI, cierran los laterales y el frente de la capilla. Esta última es obra del dominico Francisco de Salamanca. También obras suyas son los púlpitos que flanquean el presbiterio, terminados en 1.532. El izquierdo presenta la iconografía de los Cuatro Evangelistas y el de la derecha cuatro escenas de la vida de San Pablo. Las rejas laterales son de diseño similar a la principal, aunque comenzadas por Sancho Muñoz en 1.518, y terminadas, en 1.522, por Diego de Huidobro y Juan Conillana.
Reja frontal de la Capilla Mayor.
Uno de los dos púlpitos de la capilla.
El Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla ha sobrevivido a incendios (como el declarado durante el funeral del cardenal Espínola en 1.684), revoluciones, invasiones, terremotos (sobre todo el de Lisboa, en 1.755) y hasta a los desprendimientos del cimborrio de los años 1.511 y 1.888. Sin embargo, durante sus casi quinientos años de vida ha sido sometido a numerosas intervenciones de conservación, unas más afortunadas que otras, que han ido dejando huella en la Biblia Dorada.
El cimborrio de la Catedral de Sevilla se vino abajo en dos ocasiones: 1.511 y 1.888.
Como anécdota sirva el caso de los restauradores (ignoro la época) que colocaron la bolsa de la treinta monedas de plata a uno de los apóstoles representados en el relieve de la Última Cena pensando que faltaba Judas, cuando en realidad el traidor está situado a la derecha, con la bolsa colgada a su espalda. El resultado es que ahora hay dos Judas y tan solo otros diez apóstoles invitados al banquete. 
Los dos Judas en la Sagrada Cena.
Polvo, hollín producido por  las velas, repintes, barnices inadecuados y colas oxidadas afectaban de forma importante la policromía del conjunto, por lo que el Cabildo encargó a comienzos del año 2.012 la restauración y saneamiento del retablo a la empresa Ágora. Durante veintiséis meses y 60.000 horas de trabajo, un equipo multidisciplinar de  cincuenta técnicos y profesionales, coordinados por Teresa Laguna y usando las técnicas más avanzadas, ha devuelto su aspecto original al gran retablo, que es posible admirar en todo su esplendor desde la festividad del Corpus de 2.014.  La restauración, financiada por la Catedral de Sevilla con los ingresos de la visita cultural ha supuesto una inversión de 1.622.601 euros. Después nos quejaremos con la cantinela de que la Catedral se ha convertido en un parque temático religioso.
Algunos relieves antes y después de la restauración.
El Trasaltar. La leyenda del judío converso.
El muro trasero de la Capilla Mayor, situado frente a la Capilla Real, presenta una abigarrada decoración, con cincuenta y nueve estatuas de santos, obispos y reyes, dispuestas sobre ménsulas y cobijadas bajo doseletes. Son obras realizadas entre 1.517 y 1.575 por Miguel Perrin, Juan Marín y Diego de Pesquera. La más conocida es la imagen de Nuestra Señora del Reposo, llamada popularmente Norabuena lo Pariste, situada sobre la portada de la cripta, en el segundo piso, entre dos ventanas, que fue moldeada (es de barro cocido) por Miguel Perrin en 1.517. 
Entrada lateral a la Capilla Mayor.
Aquí vemos el otro lateral.
Detalle de la parte superior.
La Virgen del Reposo sostiene el Niño dormido contra su pecho y antaño tuvo gran devoción entre los sevillanos, a consecuencia de la leyenda del judío converso. Cuenta la tradición que en el siglo XVI pasaba diariamente ante esta imagen de la Virgen un judío falsamente converso, que recitaba constantemente una ofensa contra Ella por considerar que al ser la Madre de Jesús era responsable de su difícil vida en Sevilla. Pese a ello, se convirtió finalmente al cristianismo y, arrepentido por las anteriores blasfemias contra la Madre de Cristo, dedicó el resto de su vida a difundir la devoción a la Virgen del Reposo, convencido de que Ella había sido el origen de su conversión y, consecuentemente, de su salvación. Por esta causa pasó a ser considerada protectora de los nacimientos o partos y, simultáneamente, en los partos dificultosos y naturales, devoción que se fue perdiendo con el transcurrir de los años.
Vista general del trasaltar mayor.
Zona superior del trasaltar.
Virgen del Reposo. Miguel Perrin, 1.517.
Imágenes a la izquierda de la Virgen del Reposo.
Imágenes a la derecha de la Virgen del Reposo.
Acceso a la cripta de los marqueses de Yanduri.
En el centro del muro podemos ver un arco conopial que da acceso a la capilla de los marqueses de Yanduri. Se trata de una cripta funeraria neogótica dedicada originalmente a la Virgen del Soterraño; sus patronos, antes de los actuales, fueron sucesivamente María Osorno u Osorio (quien la dotó en 1.554), Antonio Vázquez de Cepeda y el obispo de Esquilache. Delante estaba, a fines del siglo XVII, la tumba de doña Guiomar Manuel y su familia. En 1.845 no tenía más uso que servir de vestuario a los pertigueros. La capilla en sí fue rehabilitada en 1.996.
Altar de la cripta.
Detalle de la bóveda gótica.
Aquí vemos uno de los sarcófagos de la cripta.
Fue labrada por Gonzalo de Rojas en 1.522, mostrándose en su interior un tríptico en relieve realizado en mármol blanco, con la imagen de la Sagrada Familia.
En el mismo muro hay cuatro pinturas que no he podido identificar.
Pinturas del lado izquierdo.
¿Ángel consolando a Jesús en Getsemaní?
Pinturas del lado derecho.
¿Jesús resucitado con María Magdalena?
¿Los desposorios de la Virgen María y San José?
Hemos terminado aquí la visita a las dependencias interiores de la Catedral. Tan solo nos queda por recorrer, pues, el Patio de los Naranjos y la iglesia del Sagrario. 

2 comentarios:

  1. Un viaje a Sevilla nunca termina. Siempre estaremos estudiando su cultura y su historia. La Catedral de Sevilla estará presente siempre en nuestras vidas.

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  2. El retablo mayor es sin duda la mejor y mas impresionante obra de
    talla y policromia de Sevilla. (con todo lo que hay en esta ciudad)

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