Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

martes, 8 de abril de 2014

Carmona. Museo y Centro de Interpretación de la ciudad, La planta alta, -II y final.

Salas 10 y 11. La Carmona musulmana.
Los vestigios de época visigoda son bastante escasos, y se limitan principalmente al pilar con el calendario litúrgico que ya vimos en el Patio de los Naranjos de la iglesia de Santa María, además de varias tumbas excavadas en diversos puntos de la ciudad.
Calendario litúrgico visigótico situado en el
Patio de los Naranjos de la Prioral de Santa María.
Sin embargo, a partir del siglo VIII, ya en época musulmana, hay muchos más hallazgos. En las vitrinas se exhiben cerámicas y objetos correspondientes al periodo musulmán, que fueron encontrados en el transcurso de diferentes obras en diversos lugares de la localidad.
Abajo: jofainas y plato del período almohade, 1.145-1.247.
A la derecha arriba: jarritas con decoración verde-manganeso del período califal, 912-1.035.
A la izquierda arriba: botella y redomas del período almohade, 1.145-1.247.
Candiles "de piquera" del período almohade, 1.145-1.247.
A la izquierda, candil de cazoleta con el pie alto del período almohade, 1.145-1.247.
A la derecha, candiles de cazoleta del mismo período.
Candiles de piquera del período califal, 912-1.035.
Vaciado en poliéster de arco de herradura localizado en las Cuevas de la Batida. Siglo XII.
En la vitrina central de esta sala se puede contemplar un ajuar doméstico completo, compuesto por tinajas, portatinajas, especieros, lebrillos, ollas, quemaperfumes, jarras… Estas piezas, que se han distribuido evocando la disposición de una cocina, están datadas en época almorávide, es decir, entre finales del siglo XI y principios del siglo XII.
La última serie de fotografías reflejan la vida doméstica en época almorávide, 
finales del siglo XI-principios del XII.
Jofainas con decoración epigráfica. Siglo XI.
Fragmento de reposatinajas del período almohade, 1.145-1.247.
Fragmento de vasija de "aleta de pez" del período almohade.
Punta de lanza en hierro, siglo XI.
Monedas del siglo XI.
Sala 12. La conquista cristiana.
En las vitrinas de esta sala podemos conocer el desarrollo de la arquitectura y la vida cotidiana en Carmona, desde la conquista cristiana en 1.247 hasta el periodo barroco.
Vista general de la Sala 12.

Vigas de convento (dominico a juzgar por el escudo) decoradas con pinturas.
Maqueta de la Puerta de Córdoba en la actualidad.
Restos de yeserías del Alcázar de Arriba.
Sala 13. Carmona Moderna.
Está dedicada a la evolución de la ciudad en los siglos XIX y XX. Algunos elementos, como la maqueta que se encuentra en el centro de la sala, o las fotografías de sus paredes, nos ayudan a conocer el aspecto que mostraba entonces.
Sala 14.
Pequeño espacio en el que se puede contemplar una filmación sobre la historia de la ciudad.
Sala 15. Joaquín Valverde Lasarte.
Entramos ahora en una gran sala dedicada por entero al pintor nacido en Sevilla, aunque residente en Carmona, Joaquín Valverde Lasarte. Nacido en 1.896, se dedicó a la pintura influenciado por su padre. Se formó en la Academia de Bellas Artes San Fernando de Madrid y, posteriormente, merced a una beca, en Italia. Allí recoge las influencias del Renacimiento, que marcarán su estilo, caracterizado por obras de gran formato y con extraordinario dominio del dibujo, cargadas de simbolismo.
Vista de la Sala 15 desde la entrada.
San Mateo.
San Juan.

En el Concurso Nacional de Pintura del año 1.932 presenta la obra Alegoría de las Bellas Artes, que obtuvo el primer premio en la categoría de bocetos para murales, que ocupa el lugar de honor en la sala. Es una lástima que esta no sea más amplia, pues el tamaño de los dibujos pide a gritos una visión más lejana.
Alegoría de las Bellas Artes (lado derecho).
Alegoría de las Bellas Artes (zona central).
Alegoría de las Bellas Artes (lado izquierdo).
Arcángel San Rafael.
San Lucas.
San Marcos.
Arcángel San Miguel.
Vista de la sala desde la salida.
Los dibujos que contiene esta sala se corresponden con unos bocetos realizados con lápiz graso sobre papel vitela entelado en tejido de algodón con motivo del encargo, en 1.947, de la decoración del teatro de la Universidad Laboral de Gijón. No pudo, sin embargo, llevar a cabo el proyecto, a causa de su delicado estado de salud.

Sala 16. José Arpa.
Dedicada al pintor carmonense José Arpa y Perea (1.858-1.952), hijo de un humilde zapatero, que empezó su vida profesional como pintor de brocha gorda y acabó siendo uno de los mejores paisajistas de su tiempo. Alternó su estancia entre América (Méjico, Tejas) y España, manteniendo siempre estrecho contacto con la escuela de paisajistas de Alcalá de Guadaira. En la exposición permanente del Museo de Bellas Artes de Sevilla cuelgan dos obras suyas (Sala XII).
Vista de la Sala 16, dedicada al pintor local José Arpa.
Sala 17. Carmen Vega Ledesma.
Se muestran obras de Carmen Vega Ledesma (1.865-1.954), pintora local, nacida en familia acomodada que, influenciada por su padre, se dedicó desde muy joven a la pintura. Esta afición creció al convertirse en alumna de Jorge Bonsor, que tanta influencia tuvo en esta zona de Andalucía. Cultivó todos los estilos, aunque destacó sobre todo en el retrato y el paisaje. Falleció sola, sin reconocimiento alguno por parte de la ciudad, a la que legó la totalidad de su producción pictórica.
Sala 17, con obras de Carmen Vega Ledesma.
Sala 18. Esta última sala tan solo alberga dos maquetas del término de Carmona que, por la uniformidad del color y la falta de rotulación, son difíciles de situar.
Salimos a la galería superior, donde se muestran más obras de Carmen Vega y, recorriéndola, llegamos a un gran salón, vacío, cuyo elemento más distintivo es la chimenea de mármol y azulejos.
Vistas del patio desde la planta superior.
Más pinturas de Carmen Ledesma decoran las galerías superiores. 
Imágenes del comedor de invierno.
Hemos llegado ya a la escalera principal, labrada igualmente en mármol oscuro y presidida por un lienzo de la Virgen de Gracia. La cubierta es simple, con el escudo de armas de la familia pintado.
La escalera principal vista desde la galería alta.
La Virgen de Gracia preside la escalera.
Tabla pintada en la que don Alonso Fernández de Marmolejo
pide la intercesión por su alma a Santa Catalina de Alejandría.
Tabla gemela de la anterior que representa en este caso
a un mitrado, que podría ser San Blas.
Adorno de mármol de la baranda situado en el descansillo.
Cubierta sencilla de la escalera.
La parte alta vista desde el descansillo.
La escalera mirando desde el patio.
Hemos terminado el recorrido del Museo y Centro de Interpretación de Carmona, un nombre un tanto pomposo para lo que encierra en su interior. El número de salas es alto (dieciocho más la galería superior), pero la importancia de las obras mostradas, salvo honrosas excepciones, no es demasiado alta. Son de destacar los vasos campaniformes y el ajuar que forman el conjunto del Saltillo y las pinturas de José Arpa. Esperaba encontrar, sobre todo, mayor cantidad de restos de las épocas romana y musulmana, pero da la impresión de que ese patrimonio fue expoliado hace mucho tiempo.
Otro asunto enojoso es el las vitrinas expositoras: si montamos vitrinas en paralelo con los cuatro lados de vidrio transparente, estantes de vidrio transparente, soportados por cilindros de vidrio transparente, con las paredes de fondo pintadas en blanco e iluminación halógena blanca, el resultado no puede ser otro que una multitud de reflejos que no solo impiden la toma correcta de fotografías, sino incluso la visión directa de los objetos expuestos.
Enojosos reflejos dificultan la visión de muchas vitrinas.
En la sala 12 se puede observar la diferencia entre una pared blanca y otra pintada en el color adecuado. Muy recomendable sería el naranja utilizado en varias salas del Museo de Bellas Artes de Sevilla. También sería muy de agradecer que los vidrios fuesen mates y no los normales de brillo, que no creo que sea tan grande la diferencia.
La Sala 15 es, sin duda, la más afectada por los reflejos.
También se echa de menos una mejor señalización. Hay multitud de conjuntos sin rótulos, llegando a faltar incluso alguno de los que nos indican la sala en la que nos encontramos. Otros están torcidos, y aquí y allá se nota que la reforma no ha terminado aún, pues se ven cables, herramientas y operarios por diversos lugares. Igualmente, el tríptico que se pide en el mostrador de entrada (hay que pedirlo, no te lo dan) no está actualizado tras la reforma y, además, su lectura es confusa; pide a gritos un diseño más sencillo y descriptivo.
En este muro fenicio tenemos un ejemplo de deficiente rotulación.
Puede parecer que con tantas quejas no me gustado la visita. No se engañen, sí que vale la pena; lo que sucede es que da un poco de coraje que con un poquito más de interés todo habría quedado mucho mejor. En cuanto al número y calidad de las obras, no sé si la reclamación hecha en el año 2.000 al Arqueológico de Sevilla por las obras “prestadas” hace cincuenta años habrá tenido efecto. Si no ha sido así, se debería hacer todo lo posible para recuperarlas, pues sería el punto definitivo que haría del Museo de Carmona uno de los mejores de Andalucía.
C/ San Ildefonso, 1.
Horario: martes a domingos, de 10,00 a 19,00 horas. Lunes, de 11,00 a 14,00 horas.
Precios: 3,00 €. Los martes es gratuito. Menores de 18 años, mayores de 65, jubilados y discapacitados, 1,50 €.



Edificio adaptado para personas con movilidad reducida.

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