Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

jueves, 13 de marzo de 2014

Carmona. Puerta de Córdoba. La leyenda de los gigantes.

La Vía Augusta era, en tiempos romanos, la principal vía de comunicación de la península. Abarcaba desde los Pirineos hasta la ciudad de Cádiz, atravesando las principales ciudades de la época. Carmona era una de ellas, pasando dicha vía de oeste (Puerta de Córdoba) a este (Puerta de Sevilla) a través del cardus máximus.
Puerta de Córdoba, vista desde el interior.
Cuerpo superior, igualmente desde el interior.
Aún hoy pueden contemplarse, en las cercanías de la Puerta de Córdoba un tramo de dicha calzada y un puente de cinco ojos de la época imperial.
Su construcción original data del siglo I d.C., en época del emperador Augusto, una vez terminadas las guerras civiles e instaurado el Imperio. La Pax Augusta trajo como consecuencia una época de gran esplendor comercial y económico, por lo que se juzgó conveniente no construir una fortaleza al estilo de la Puerta de Sevilla, sino más bien una puerta monumental tipo arco de triunfo, que conmemorase la grandeza del Imperio, sin por ello dejar de tener funciones defensivas.
Arco de la Puerta de Córdoba.
La puerta era visible desde varios kilómetros de distancia, ya que la altura de la misma era considerablemente mayor que la actual, pues contaba con un cuerpo suprior que no se ha conservado.
Puerta de Córdoba, desde el exterior.
Tuvo Carmona, en época romana, cuatro puertas que permitían la comunicación de la ciudad amurallada con el exterior. Las dos que permanecen, de Sevilla y de Córdoba, en los extremos del cardus maximus y las desaparecidas del Postigo y de Morón, que marcaban el decumanus maximus..
De la Puerta de Córdoba original tan solo se conserva una parte de la fachada (la original medía unos treinta metros) y un torreón poligonal. Contaba con tres arcos, el central más grande para permitir el paso de carruajes y los laterales para uso peatonal. Estos vanos laterales fueron cegados en el siglo II, a causa de la inestabilidad política, quedando actualmente en el interior de las casas adosadas a la muralla.
Remate de la Puerta, desde el exterior.
En tiempos de los Reyes Católicos la Puerta siguió perdiendo funciones defensivas y, con ello, su austero aspecto militar, ejerciendo en la práctica como una aduana y adquiriendo, por tanto, una arquitectura civil. 
En el siglo XVI se le hicieron reformas renacentistas y, a principios del siglo XVII, se acordó colocar hermosos motivos ornamentales, como escudos y estatuas de mármol, hoy en día perdidas, que dignificaron la Puerta.
El aspecto barroco se le confirió en época de Carlos II, con las reformas de 1.688. 
A finales del siglo XVIII se realizó la última intervención, a cargo del afamado arquitecto neoclásico, natural de Carmona, José Chamorro, reedificándose parte del monumento y consolidándose el conjunto. 
En el intradós del vano principal se mantiene un interesante lienzo dieciochesco, que representa a la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad.
La Virgen de Gracia, en el interior de arco.
Tondo de mármol con inscripción conmemorativa de las obras de 1.688-1.691.
Para iniciar la visita accedemos por una puerta lateral situada en la casa del costado lateral derecho del interior de la muralla. Nos recibe una sala moderna, donde se sitúa el mostrador de recepción, viéndose a la izquierda un tramo de sillares almohadillados con un vano de medio punto. A través de él entramos en una galería cubierta que, tras un giro de noventa grados nos lleva a un muro, sin salida, que seguramente corresponde a la antigua torre que allí se levantaba en tiempos romanos.
Restos de la primitiva muralla romana.
Volvemos atrás y, tras pasar de nuevo por la sala de recpción nos vamos al lado contrario, donde unas escaleras nos conducirán a la parte alta de la Puerta. 
Escalera de acceso a la zona alta.
Desde allí podemos contemplar la fértil Vega de Carmona, con el puente y la calzada romanos (bastante alejados) y el terreno en el que se levantaba el Alcázar de la Reina, en una elevación a nuestra izquierda.
Vista de la Vega de Carmona desde la Puerta de Córdoba.
La flecha señala la situación del puente y la calzada romanos.
Desde más cerca.
Diferentes vistas de los torreones y el cuerpo central.
En el torreón de la derecha se puede observar uno de los grandes sillares de la construcción original.
Hoy día no queda prácticamente nada de él, por lo que es difícil incluso dar una fecha de construcción. La opinión más extendida es el origen islámico, aunque no faltan autores que lo sitúan en la misma época que la propia Puerta. Se trataba de un recinto amurallado, con dos puertas protegidas por torres y un gran patio de armas, en cuyo centro se alzaría la Torre del Homenaje. El resto de las torres, en total siete, estarían distribuidas en las esquinas y laterales de la fortaleza.
En este pequeño cerro se situaba el Alcázar de la Reina.
El origen del nombre del edificio es también desconocido con seguridad, barajándose diversas teorías. Una de ellas dice que aquí estuvo encerrada la amante de Alfonso XI, doña Leonor de Guzmán, madre del futuro rey Enrique II. Al parecer, el de Trastámara, después de acceder al poder tras matar a su hermanastro Pedro I, ordenó arrasar el lugar donde su madre había estado cautiva. 
Otra opinión es que podría haber residido en el Alcázar doña María de Aragón, esposa de Juan II de Castilla, mientras este batallaba contra el Reino de Granada, ya en el siglo XV. 
Una tercera versión sostiene que el nombre se debe a ser usado como residencia durante cuatro años por doña Juana de Ponthieu, esposa de Fernando III, a la que, además, concedió el señorío de la ciudad. Sin embargo, a la muerte del monarca en 1.253, la reina Juana marchó a Francia y nunca más volvió a España. El señorío regresó a la Corona española tras estar bajo dominio de la Orden de Calatrava, a la que fue cedido por la de Ponthieu, y no de forma pacífica.
Y aquí lo vemos desde uno de los torreones de la muralla.
De hecho, el Alcázar de la Reina desapareció definitivamente por orden de los Reyes Católicos, a petición del consistorio de la ciudad, en 1.478. El baluarte se había convertido en refugio de los seguidores del comendador frey Luis de Godoy, hombre de confianza del Maestre de Calatrava, don Pedro Girón, en la práctica amo y señor de la ciudad desde 1.465, a cuyos habitantes tenía atemorizados por su crueldad y violencia.
Desgraciadamente, siguió el mismo destino que tantos y tantos edificios de la época, destruidos por mor de hacerse con el poder, ya fuese ante musulmanes o ante otros cristianos.
La leyenda de los gigantes de Carmona.
En 1.730, el abogado José de los Reyes y Mendoza observó, por el sitio que llaman el Arbollón, a varios muchachos jugando con unos huesos que le llamaron la atención por su descomunal tamaño. El abogado creyó reconocer que eran parte de una cabeza humana de dimensiones desproporcionadas. Las recogió y se las envió al ilustre anticuario, también carmonense, marqués del Saltillo quien, a los pocos días, emitió un dictamen en el que aseguraba que, por su tamaño, los huesos pertenecían a la cabeza de un gigante cuyo cuerpo hubo de medir siete varas de altura (aproximadamente 5,88 metros).
Esqueleto gigante encontrado en Wisconsin (EEUU) en 1.911.
Medio siglo más tarde, el padre Arellano, historiador clásico del siglo XVIII, asegura que el territorio hoy delimitado por el término de Carmona estuvo habitado por gigantes, como parecen mostrar los huesos y las cabezas de gran tamaño que hallazgos casuales fueron sacando a la superficie. El padre dice haber visto, en 1.780, con ocasión de haberse hundido un tramo de tierra junto a la Puerta de Córdoba, un osario repleto de huesos de dimensiones sobrecogedoras.
Presuntos restos de gigante descubiertos hace pocos años al norte de la India.
Y es que este asunto de los gigantes ha preocupado a la Humanidad desde el principio de los tiempos. En todas las antiguas civilizaciones y en la totalidad de las religiones se recoge la existencia de gigantes, diferenciándose unas de otras en las teorías sobre su origen.
Para unos, se tratarían de hijos de Dios caídos (ángeles); según otros, hablaríamos de seres híbridos entre ángeles caídos y hembras humanas, en tanto que los más conservadores sostienen que son simplemente humanos de gran tamaño.

Sin ir más lejos, la Biblia y otros textos sagrados (“La Epopeya de Gilgamesh” nombra a los annunaki en parecidos términos) hablan en varias ocasiones de los nephilim o nefilim. Veamos algunas citas:
-     Génesis, 6:4. Y había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos. Estos son los héroes de la antigüedad, hombres de renombre.
-     Libro de Enoc (Biblia etíope), 15:3. ¿Por qué habéis abandonando el cielo alto, santo y eterno, os habéis acostado con mujeres y profanado a vosotros mismos con las hijas de los hombres y tomado esposas como los hijos de la tierra y habéis engendrado hijos gigantes?
Estos textos mencionados son anteriores al Diluvio Universal que, según los mismos manuscritos, habría tenido lugar para eliminar a esta raza de nefilim del mundo. Sin embargo, se sigue hablando de estos gigantes o titanes en escritos posteriores al Diluvio:
-     Libro de los Números, 13:33. Vimos a los gigantes —los anaquitas son raza de gigantes—. Nosotros nos sentíamos como langostas delante de ellos, y esa es la impresión que debimos darles.
-     Deuteronomio, 2:10 y 2:11. Los emitas habitaron en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos de Anac. Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos de Anac; y los moabitas los llaman emitas.
-     Eclesiastés, 47:4. ¿Acaso, siendo joven (David), no mató a un gigante y extirpó el oprobio del pueblo, cuando lanzó una piedra con la honda y abatió la arrogancia de Goliat?
-     Libro de Baruc, 3:26, 3:27 y 3:28. Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra. Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia; ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez. 
-     Libro de la Sabiduría, 14:6. Así también, al comienzo, cuando murieron los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo se refugió en un arca que, conducida por tu mano (Yahwéh), dejó al mundo la semilla de una nueva humanidad.
La aparición en las redes sociales desde hace pocos años de fotografías en las que aparecen esqueletos gigantes ha disparado la curiosidad sobre estos míticos personajes. Algunas de ellas se han mostrado en estas páginas y queda a juicio del lector considerar su veracidad. Personalmente considero que todas estas imágenes modernas son fotomontajes; investigando un poco más he llegado hasta el presunto origen, que no sería otro que la página web  Worth1000, en la que los mejores artistas del PhotoShop muestran sus trabajos. Sin embargo, al buscar en dicha página no aparece ninguna de estas fotografías, ni buscando por IronKite (considerado el autor de las fotos), ni en una búsqueda genérica.
Comparativa de esqueletos encontrados o registrados a lo largo del tiempo.
Sin embargo, tampoco se pueden ignorar los numerosos hallazgos óseos que se han ido produciendo a lo largo de los siglos, sobre todo en Estados Unidos, China, Java y Australia.
Otras opiniones, más imaginativas, considera a estos gigantes como alienígenas que han vivido entre los hombres (de ahí que se les considere “ángeles”, procedentes del cielo), y a los que algunos atribuyen el origen de la Humanidad.
Todo lo expuesto nos lleva a la siguiente conclusión: que cada uno piense lo que considere oportuno, que a mí ya me duele la cabeza.

Calle Dolores Quintanilla, s/n.

Horario de visitas:
Días laborables: Sólo visitas concertadas previa cita.
Sábados, domingos y festivos: 12,30 a 13,30 horas.

Precios: adultos, 2 €.
Niños, estudiantes, jubilados y grupos (+ de 25 personas), 1 €.

2 comentarios:

  1. Interesante noticia y buena entrada bloguera.
    Ciertamente, al encontrarse grandes huesos en descampado o en subsuelo urbano, en la antigüedad y hasta el siglo XVIII, era más fácil creer en la existencia de gigantes míticos, bíblicos o legendarios muertos en excepcionales circunstancias que grandes o medianos animales prehistóricos muertos en circunstancias comunes

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  2. Y más creyendo, como creían en aquella época (y muchos todavía en la actualidad) que Dios creó el mundo hace 15.000-20.000 años.

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